“El veranillo de San Martín”
Óleo sobre lienzo – Dimensiones 196 X 125 cm
Importante pintura de 1619, con lienzo y marco originales.
Una bella representación cromática del veranillo de San Martín.
La obra tiene una dedicatoria y está caracterizada por un escudo nobiliario.
Durante la fase de restauración, adoptamos un enfoque absolutamente conservador que nos permitió mantener tanto el lienzo como el marco en su manufactura original.
San Martín nació en Sabaria Sicca (actual Szombathely, en Hungría) en un puesto de avanzada del imperio romano en las fronteras con Panonia. Su padre, tribuno militar de la legión, le dio el nombre de Martín en honor a Marte, el dios de la guerra. Aún niño, se trasladó con sus padres a Pavía, donde su padre había recibido una finca como veterano, y en esa ciudad pasó su infancia. A los diez años huyó de casa durante dos días que pasó en una iglesia (probablemente en Pavía).
En el 331, un edicto imperial obligó a todos los hijos de veteranos a alistarse en el ejército romano. Fue reclutado en las Scholae imperiali, un cuerpo selecto de 5000 unidades perfectamente equipadas: disponía, por lo tanto, de un caballo y de un esclavo. Fue enviado a la Galia, cerca de la ciudad de Amiens, en las proximidades de la frontera, y allí pasó la mayor parte de su vida como soldado. Formaba parte, dentro de la guardia imperial, de tropas no combatientes que garantizaban el orden público, la protección del correo imperial, el traslado de prisioneros o la seguridad de personajes importantes.
La tradición del corte del manto
Como circitor, su tarea era la ronda nocturna y la inspección de los puestos de guardia, así como la vigilancia nocturna de las guarniciones. Durante una de estas rondas ocurrió el episodio que le cambió la vida (y que aún hoy es el más recordado y utilizado por la iconografía). En el riguroso invierno del 335, Martín encontró a un mendigo semidesnudo. Viéndolo sufriente, cortó en dos su manto militar (la clámide blanca de la guardia imperial) y lo compartió con el mendigo.
La noche siguiente vio en sueños a Jesús revestido de la mitad de su manto militar. Oyó a Jesús decir a sus ángeles: «He aquí a Martín, el soldado romano que no está bautizado, él me ha vestido». Cuando Martín se despertó, su manto estaba íntegro. El manto milagroso fue conservado como reliquia y entró a formar parte de la colección de reliquias de los reyes merovingios de los francos. El término latino medieval para "manto corto", cappella, se extendió a las personas encargadas de conservar el manto de san Martín, los capellanes, y de estos se aplicó al oratorio real, que no era una iglesia, llamado capilla.